Entre las múltiples aplicaciones que los inventos de Nikola Tesla aportaron a la humanidad se encuentran la creación de las centrales hidráulicas.
Fue precisamente en las cataratas del Niágara donde el empresario George Westinghouse, contratado por la empresa “Niagara Falls Power Company”, construyó la primera central hidroeléctrica del mundo en 1896.
Westinghouse, usando el sistema de transmisión de energía eléctrica que Nikola Tesla había desarrollado en 1893, logró transportar la corriente alterna desde la central hidráulica hasta la ciudad de Buffalo situada a 32 km, logrando así uno de los sueños de Tesla cuando con apenas con 6 años quedó fascinado al ver una postal de las cataratas del Niágara… De esa experiencia saldría una idea recurrente a la que Tesla volvería una y otra vez a lo largo de su vida; cómo aprovechar la energía de toda esa ingente cantidad de agua al caer desde unos 100 m de altura.
Los tiempos del mezquino Edison en los que las centrales eléctricas, generadoras de corriente continua, debían de estar situadas en las proximidades de los consumidores quedaron atrás gracias a una de las mayores aportaciones a la ciencia de la historia de la humanidad; la corriente alterna de Nikola Tesla.