El año 1800 vuelve a ser paradigmático en esta historia. En sus primeros días el italiano Alessandro Volta (1745-1827) construye en su retiro de la ciudad alpina de Como (Lombardía) un sistema que es capaz de producir corriente eléctrica de forma continuada.
La electricidad era un fenómeno que levantó enorme expectación en esta época y Volta se interesó vivamente por los fenómenos eléctricos pero sobre todo por las nuevas teorías eléctricas aportadas por Joseph Priestley (1733-1804).
En 1774, Alessandro Volta, es elegido profesor de física en el Colegio Superior de Como y un año después inventa el electróforo. Este aparato consistía en un disco metálico cubierto de ebonita y otro disco metálico también, provisto de una asa aislada eléctricamente. El funcionamiento, descrito en una carta escrita a Priestley, era el siguiente: frotando el disco de ebonita se consigue cargarlo negativamente. Si se le coloca ahora encima el disco metálico en la cara más próxima al otro, la carga es positiva y en la otra cara la carga es negativa. Si mediante un alambre llevamos esta carga a tierra y realizamos todo el proceso repetidas veces se puede llegar a cargar el disco metálico, sujeto por el asa aislante, con gran cantidad de cargas positivas. Este acumulador de electricidad estática era un paso intermedio entre la botella de Leyde y el condensador actual, sustituyendo a las primeras en su función.
En el año 1779, precedido de la fama de su descubrimiento, se le concedió la cátedra de Física de la Universidad de Pavia, en cuyos laboratorios construyó otros aparatos electrostáticos. La gran aportación de Volta a la ciencia eléctrica viene como consecuencia de sus investigaciones en las teorías de Luigi Galvani (1737-1798).
Este profesor de anatomía de la Universidad de Bolonia comprobó que cuando a las ancas de ranas amputadas les llegaban descargas eléctricas procedentes de máquinas electrostáticas o botellas de Leyde, se convulsionaban violentamente.
Aceptando las teorías de Franklin de que el rayo era de naturaleza eléctrica colocó en una terraza ancas de rana atravesadas por una varilla metálica, para que recogiera esta electricidad, y observó que también se contraían. Pero también se contraían aunque no hubiese tormenta con la sola condición de que estuviesen en contacto con dos metales diferentes.
Estaba demostrado que la electricidad jugaba un papel fundamental en estos fenómenos. Sin embargo la cuestión a dilucidar era si la electricidad nacía de los metales o de los músculos. Esto dio lugar a dos escuelas o tendencias:
- Los defensores de que la electricidad tenía su origen en el metal, capitaneados por Volta, a cuya cabeza se colocó Coulomb y
- Los que creían que estaba en el músculo, basándose en los experimentos de Galvani y su “electricidad animal”, patrocinados por Friedrich Humholdt (1769-1859) y algunos fisiólogos.
Para justificar sus postulados Alessandro Volta hace uso de los metales sin utilizar los músculos y obtiene pequeñas corrientes. Esto ocurre en 1794 y deduce que la corriente no necesita de músculos ni elementos vitales algunos. En 1800 consigue imponer definitivamente sus teorías produciendo un flujo continuo de electricidad, mediante sistemas meramente químicos.
Estos sistemas estaban constituidos por recipientes con una solución salina, conectados por arcos metálicos cuyas puntas se introducían en recipientes consecutivos. Los extremos de estos arcos eran de metales diferentes. Así un extremo podía ser de estaño o cinc y el otro de cobre. Este conjunto, al igual que las agrupaciones de botellas de Leyde (baterías de botellas de Leyde), constituía una “batería eléctrica”.
Sin embargo el sistema era muy complicado y engorroso de utilizar, por lo que Volta lo simplificó de la forma siguiente; utilizó pequeños discos de carbón impregnados de la solución salina evitando así los recipientes. Encima y debajo de estos discos colocó discos de cinc y cobre respectivamente. Así fue apilando alternativamente cobre, carbón impregnado y cinc, dando lugar a la pila de Volta. Este nombre de “pila” se lo adjudicó el mismo físico italiano por su disposición y aunque no es el más afortunado es el que ha sobrevivido y popularizado.
Y es así como uniendo, mediante un alambre conductor, los extremos de esta pila circulaba una corriente eléctrica.
A partir de que sus ideas y trabajos son conocidos (carta a Sir Joseph Banks, presidente de la Royal Society de Londres), Alessandro Volta se hace famoso (su fama permanecerá intacta hasta nuestros días), obtiene premios, condecoraciones y hasta un título nobiliario.
Comienza la era de la electricidad en movimiento… o ELECTRODINÁMICA.
Continuará…