Dada la importancia que tuvo la electroestática en la historia de la electricidad, y en consecuencia en la creación de las máquinas eléctricas, resulta conveniente, a la hora de narrar el desarrollo de uno de los grandes descubrimientos de la humanidad, comenzar por lo acontecido en los siglos XVII y XVIII en los que los conocimientos eléctricos fueron única y exclusivamente electrostáticos.
El primer inconveniente que plantea este intento es fijar cuándo el ser humano comienza a tener conciencia de que existe electricidad en la naturaleza. La mera observación del cielo, desde hace milenios, mostró al hombre el rayo, un fenómeno que no podía pasar desapercibido, en su forma más espectacular, el relámpago. ¿Comienza aquí la intuición del fenómeno eléctrico?. Todo parece indicar que la respuesta es no, ya que a estos fenómenos se les atribuyó una explicación mítica o religiosa.
Desde los babilonios a los caldeos pasando por egipcios y chinos, hasta llegar a la Edad Media europea a través de las culturas clásicas de Roma y Grecia, todos ellos ven en la generación del rayo la mano de un dios. Así los judíos creen que el rayo es el arma de la que se vale Jehová para castigar sus desmanes. En la mitología china se presenta el rayo por la diosa multicolor Tien Mu. Hacia 700 años antes de Cristo el arte helénico adopta el rayo como símbolo del propio Zeus. Por lo tanto parece absurdo pensar que el rayo era considerado como una manifestación eléctrica.
Aunque en numerosos textos se adjudica al griego Tales de Mileto (que vivió unos 600 años antes de Jesucristo) la primacía del experimento de obtener una fuerza de atracción al frotar el ámbar con un paño, e indiscutiblemente este fenómeno era el resultado de una fuerza electrostática (electrificación por frotamiento), resulta también indiscutible que tanto su descubridor, como los numerosos “experimentadores” que durante los siglos posteriores frotaron ámbar, no llegaron a intuir la naturaleza de lo que allí se obtenía.
Lo cierto es que todo lo relacionado con la electricidad o el magnetismo, hasta principios del siglo XVII, no pasaría de meras observaciones curiosas de algunos fenómenos naturales tales como el mencionado rayo, los imanes naturales o los fuegos de San Telmo.
En el momento en que la ciencia eléctrica empieza a estudiarse (abandonando prejuicios y supersticiones) con un cierto rigor estableciendo hipótesis confirmadas con la experimentación, en el instante en que se forma un cuerpo de conocimientos rudimentario pero científico, es cuando se marca el inicio de la electroestática y en consecuencia de la electricidad.
Esto sucede aproximadamente en el año 1600.
Continuará…